Bebedores Magazine

Cervezas, fútbol, amigos, conversaciones: un pub irlandés

Pub nº22: The Towers Irish Pub

¿Quién no conoce a Henry Ford? La respuesta es obvia: pocos o ninguno.

He acudido al ejemplo más claro (y, tal vez, pueril) de lo que es levantar un imperio desde la nada. Crear un negocio desde la idea. Llevarla a cabo con esfuerzo. Y con premisas claras. Decía Ford: «Si hay un secreto del buen éxito reside en la capacidad para apreciar el punto de vista del prójimo y ver las cosas desde ese punto así como del propio». En fin, tan antiguo como los evangelios. No hagas a los demás lo que no querrías que te hicieran a ti.

Ayer fue día de pub. Fuimos al 22. The Towers Irish Pub. Web en construcción. Como el mínimo decoro que un gerente de local debe tener con sus clientes. Lo de ayer fue lamentable. Indigno. Para recomendar no volver a pisar jamás ese bar.

Situado en Paseo de los Olmos 28, justo al lado de Pirámides, lindando con el Calderón, acudimos a nuestra puntual cita con los pubs irlandeses madrileños. Por fuera no pintaba mal. Metido en un feo bloque de ladrillo y haciendo esquina nos esperaba con las puertas abiertas.

Una vez dentro, se puede comprobar que las dos plantas, relativamente bien distribuidas dan un cierto entorno agradable. Digamos que se asemeja a lo que un pub irlandés debe transmitir. La barra, únicamente en la parte de abajo, es bastante grande y hay diversas zonas en las que poder sentarse. Hasta ahí bien. Pero varios puntos inexcusables en contra: mala música y ninguna televisión. Evidentemente, injustificable. Debería el maleducado gerente saber que antes de montar un negocio es importante hacer lo que llaman un estudio de mercado. Cotejar opiniones, rodearse incluso de expertos. Saber de qué va la cosa. Muy mal por ese lado.

La decoración es lo único en que quizás podamos decir que al menos no desentonaba. Las paredes están convenientemente cubiertas de elementos irlandeses inconfundibles: cuadros, banderas, imágenes, objetos de madera (recuerdo un violín muy curioso encima de una estantería cerrada con libros), nombres de autores imprescindibles, una chimenea acorde con todo e incluso un techo original con partes de vidriera. Esto último junto al arco que lleva a una de las zonas (justamente donde nos sentamos) recuerdan bastante al St. Patrick’s Abbey Tavern. Como digo, no será en esta faceta irlandesa en la que suspenda el pub.

Hay que apuntar que los cofrades fueron los de siempre. Los siete samuráis de la birra aparecimos por la puerta dispuestos a pasar un buen rato. Todos sin excepción acudimos nuevamente a la cita lo que indica el alto grado de complicidad que estamos alcanzando en esta nunca suficientemente loada tarea de recorrer los pubs madrileños para aconsejar al viajero inocente dónde debe y no debe acudir.

Nos tomamos la primera pinta —aceptablemente servida— y el resultado parecía que iba a ser positivo. Estábamos a gusto. Decidimos no cenar, aunque a posteriori intuiríamos que como en casi cualquier irlandés la comida no era mala.

De repente y sin saber cómo, del techo (concretamente de una de las vidrieras a las que hacía mención anteriormente) comenzó a salir un reguero de agua. El agua se filtraba y caía en una buena cantidad en la mesa anexa a la nuestra y lógicamente las salpicaduras no sólo eran molestas, eran inaceptables. Llegaron las dos camareras, extranjeras, que apenas sabían el idioma balbuceando que no podían hacer nada. Poncio Pilatos, un aprendiz al lado de éstos. Allí seguía cayendo agua. Que por cierto, no sabíamos de dónde coño venía. ¿Del aparato de aire acondicionado? ¿Del báter? ¿Del vecino de arriba? Digo que no lo sabíamos, porque el patético gerente de gafitas se acercó, miró, dijo que «a veces pasa» y con dos cojones se marchó de allí. Por un momento pensamos que iría a por una fregona, que iría a buscar una mesa donde colocarnos, que haría algo. Nada más lejos de la realidad. El tío se fue a hablar con otras personas mientras pinchaba algo. Tal cual.

Nuestra indignación crecía. Parecía que la gotera disminuía, por lo que por un momento decidimos hacer mutis por el foro y cambiarnos a la mesa de al lado en la que apenas cabíamos todos. Era más pequeña. El cabreo en cualquier caso no menguaba. ¿Nunca han tenido la sensación de que les están tomando el pelo y pese a que lo intentas no puedes evitar finalmente explotar? Así fue. Una segunda gotera comenzó a expulsar nuevamente agua.

Cuando ya nos íbamos rumiando la lamentable nota que el pub tendría (y tendrá) llegó el incompetente gerente a decirnos que lo sentía. Entonces el orador que Del Rosal rezuma por los poros de su piel saltó y le cantó las cuarenta al responsable de tal sinvergonzonería. Con todos los argumentos de su lado le explicó que era lamentable y patético que ni se hubiera dignado a poner un cubo, a limpiar la asquerosidad que se estaba formando allí y ni siquiera indicarnos si eran aguas fecales o celestiales. Todo cuando éramos (nunca más) sus clientes y estábamos soltando billetes por unas consumiciones y un servicio que en ningún caso habíamos recibido correctamente. El pobre monigote asentía como el niño al que papá reprende por haber hecho una travesura. Lamentable.

El tío dijo que nos invitaría a una, pero con el cabreo que teníamos escapamos de allí. Según salíamos recapacitamos y dijimos que lo mínimo era tomarnos lo que el memo había ofrecido. Algunos de los nuestros decidieron no volver. Al llegar el tío quiso nuevamente argumentar y explicar lo inexplicable. Nos tomamos la cutre cerveza que nos ofreció y ahuecamos el ala para nunca más volver.

Hay un proverbio árabe que siempre me ha gustado y que ayuda a canalizar el sentimiento de maltrato al que nos sometió el mentecato del peor pub de Madrid: «La primera vez que me engañes será culpa tuya; la segunda vez, será culpa mía».

Pues eso.

22 abril, 2010 Posted by | Uncategorized | , , , , , , , , , , | 6 comentarios

Pub nº19: Mc Ginty’s Goat

Seamos sinceros. Esto de los pubs lo hacemos con un estricto orden de elección, voración e importancia proporcional. Nadie es más que nadie. El criterio de todos es igual de importante o nulo (según se mire). Debido a tal, al tener que elegir, decidí dejarme guiar por el sentimentalismo de momentos cercanos. Hace poco que en Washington pude saborear grandes momentos en un mítico pub: el McGinty’s.

Por ello, en mi deseo de encontrar una novedad en nuestro panorama madrileño-festivo irlandés busqué por casualidad el mismo nombre y hete ahí que apareció un McGinty’s Goat en Madrid. Alberto Alcocer, 48. También con web. Bastante cutre. Realidades distintas.

El pub se anuncia en diversos lugares y en más de uno aparece como un típico garito irlandés. Hombre, de ahí ese nombre tan sugerente. Tan pleno de irlandidad.

Tiene, de hecho, diversos puntos en el local que le dan grandes valoraciones positivas. Son 2 plantas, una sencillita arriba, con coyuntural decoración irlandesa, pero sobre todo, decoración de eventos musicales. Pretende imitar al Honky Tonk. Al menos, esa es la sensación que se desprende. Enormes imágenes de guitarristas, cantantes, entradas de conciertos, discos, carátulas. Quiere tener ese toque de rock y música vanguardista que tanto gusta en diversos sectores. Y todo se entiende en la planta de abajo (¡ojo! cerrada un miércoles por la noche – punto gravemente negativo -no nos pudimos ni sentar cómodamente ni estar en sillas con respaldo-). Como digo, pese a estar cerrada nos asomamos y vimos una planta muy amplia, con bastantes mesas, sillas y decoración más que aceptable en nuestra ruta irlandés-madrileña. Y un gran escenario en que se suelen producir los habituales conciertos que parece que son, la esencia de este lugar. Muchos carteles de conciertos pasados y futuros del Gran Wyoming así lo contemplan.

Hablábamos de los pros. Uno evidente. Mejor dicho evidentísimo: 4€ la pinta. Récord absoluto en nuestra gira. No sé cómo será los fines de semana. Pero es un precio altísimamente competitivo y difícilmente superable. Reconocer que es algo brutal. Las pintas, podemos afirmar que no estaban mal servidas, aunque huelga decir que no pasará a los anales de la mejor habilidad en esos términos.

Aunque cierta falta de coordinación por la nueva muestra de dejadez supina del Sr. Barra (animadísimo de su viaje por tierras suecas-estonias) llegó a dificultar la parte logística del desplazamiento, acabamos juntándonos hasta 7 bebedores habituales. Lo cual, para ser un miércoles lluvioso previo a Semana Santa es una gran noticia. Noticias variopintas que transmitir. Los unos sus viajes por el mundo, los otros sus peripecias torrijiles de semanas pretéritas y los de más allá sus situaciones particulares, ora una ruptura, ora una sorpresa.Y la inesperada visita de la Srta. Murillo.

La estancia en el 19 duró un par de horas y dio para un par de pintas en el mejor de los casos. El ambiente era escaso, la planta de abajo cerrada y a pesar del precio barato, la decisión fue unánime: cierre. Unos se fueron a casa. Y otros avanzamos hacia Padrao para cenar algo. Y es que es otro de los puntos negativos de este pub. Se anunciaba a bombo y platillo la buena calidad de las cenas ofrecidas. Y nada más lejos de la realidad. Al pobre ricitos casi se le cae el alma a los pies cuando se enteró que no podría cenar su típica hamburguesa semanal. Punto negativísimo: la web afirma que se da de cenar hasta las 2. Lo peor es engañar. Penoso.

El padrao nos sació. Con precios de hace 20 años y la misma amabilidad de siempre. La hora que allí pasamos fue sencillamente antológica. De llorar. Especialmente Del Rosal y Ortigoza estuvieron a un nivel difícilmente superable. Hubo momentos en que la llorera casi pudo con nosotros. Dolor de barriga, lágrimas y risión continuada. Absolutamente antológico.

Tras la copa, la cervecita y el bocata de rigor buscamos un plus a la noche. Ni Destino, ni Larios, ni Lujuria, ni Reina Bruja. No hubo chance. La noche se finiquitó antes de lo previsto, porque había cuerda para rato. Será más bien para otro día.

Pero desde luego con más de 1/3 del recorrido hecho podemos afirmar que el espíritu sigue intocable, las ganas de ponerle notas a la irlandidad madrileña en alza y la sensación de que cada vez que nos reunimos nos desojonamos vivos es el dogma de fe que nos permite movernos con dignidad y esperanza ante los dígitos vitales, ya más que respetables, que el 2010 nos irá otorgando.

25 marzo, 2010 Posted by | Irlanda en Madrid | , , , , , , , , , | 7 comentarios

Pub nº15: Scruffy Murphy’s

No sé si fue la lluvia o la ausencia de varios de los pilares básicos (Espáriz & Rodríguez) o, por qué no, incluso la también falta de otros acompañantes de excepción (Escobar, Papote, Chuchi, Rubén…), pero la noche comenzó algo apagada. El cielo gris y la lluvia insistente tampoco ayudaba.

Nos presentamos a la par los ex-averno con Del Rosal en el Scruffy Murphy’s. De las Barras llegó más tarde. El pub, escondido en la calle de la Palma 47, tiene a primera vista una pinta extraordinaria. Especialmente en lo que a decoración se refiere. Incluso puede parecer en ciertas zonas que se excede. Un barroco irlandés en toda regla.

La distribución es sencilla. Una barra alargada, paralela a la cual se circula y a los extremos dos espacios tranquilos, recogidos que siempre gusta encontrar en los pub irlandeses. Además, tiene una planta baja por la que se llega a los lavabos y que se completa con otra sala (apagada y medio cerrada el lunes por la noche) que amplía aún más el espacio para los bebedores del mundo.

Por ese lado, nota positiva. Pero es de suspenso gordo la forma horrible de servir la Guinness. Hay ciertas cosas, que ya hemos apuntado, que deben seguir un catecismo especial y servir correctamente las pintas es una de ellas. Con decir que la segunda que pedimos fue de Murphy (o algo parecido) se explica todo. La música tampoco es que fuera sacada de un bar de Dublín, pero no es la peor que nos hemos encontrado por ahí.

El camarero era majete, pero estaba encelado con su ordenador portátil y su facebook y quizás debería haberse preocupado algo más en servir correctamente las pintas.

Obviamente, y a pesar de ser lunes, había fútbol en la tele (algo imprescindible en un bar irlandés… deporte en la TV). El precio, otro punto sustancial, fue excesivo. Quizás justificable por el lugar en que nos situábamos (plena Malasaña), pero demasiado caro. Hemos estado en pub igual o más céntricos y los precios fueron mucho más asequibles (por ejemplo, The James Joyce).

Y una foto que nunca está de más. Empieza a convertirse en un clasicazo:

Después de haber olfateado, degustado, visto y sentido el 15 decidimos salir a la lluvia (como Manolo García) e ir al Estocolmo, un lugar en que el Míkel no dudó en zamparse una hamburguesa. Pensábamos acompañarle, pero vistos los precios optamos por acudir al centro de las operaciones habituales: Padrao. El bocadillo (barra entera) que nos comimos un servidor & Ortigoza fue de los que uno tarda en digerir, asentar y enviar por correo urgente a las alcantarillas de la ciudad una semana. Espectacular.

Jamoncito por aquí, cervecita por allí, chistes por acá y a las 00:00 tomamos la decisión de comportarnos como buenos cristianos e irnos. Era lunes y había que seguir madrugando bastantes días hasta llegar al finde.

No me canso ni creo que me canse nunca de decirlo: Padrao es único.

Para terminar destacar el penosísimo espectáculo ofrecido por el Sr. de las Barras. El caballero, que está empeñado en demostrarle al mundo que es el tipo más trabajador de España (ojo, que curra de 8 a 3) bostezaba, se caía, cerraba los ojos, gruñía, protestaba y sólo pensaba en ir a la cama a dormir. Decimos de Rodríguez, pero la realidad es que aquí el caballero está para el arrastre. Camilo tenía que levantarse a las 5 y ahí estaba dándolo todo. No quiero verter acusaciones demasiado gruesas o ser injusto, pero lanzo la pregunta y espero que los acompañantes al 15 la respondan: ¿está el Míkel acabado?

Sin más, dejar constancia de que el 15 tuvo cosas positivas, pero desde luego pienso que no ocupara plaza en el top ten de este macro-recorrido.

24 febrero, 2010 Posted by | Irlanda en Madrid | , , , , , , , | 4 comentarios

Pub nº12: St. Patrick’s Abbey Tavern

Sensación peculiar la que creo que nos dejó a casi todos el 12. Paradójica al menos.

El emplazamiento es espectacular. El pub es enorme, con varias zonas claramente diferenciadas, con 2 barras, un comedor, una parte exclusivamente pensada para la tranquilidad, al amparo de la biblioteca, varias pantallas de televisión… y todo con la particularidad esencial: la decoración hace que inexorablemente te traslades a una abadía de época.

Hacer notar que probablemente de los 50, será el que más fachada tenga. Hablamos de dimensiones verdaderamente llamativas.

Esas vidrieras, arcos apuntados, la propia fachada, con ladrillo y madera traída desde la mismísima Irlanda, según he podido saber, un retablo del siglo XVI… un templo de la Irlanda de hace 500 años.

Sí… pero no sé. El Ferlein me comentó que tuvo la misma sensación. Este pub era un sitio al que había que ir, pero ¿de verdad es el reflejo de un pub irlandés? Quizás no de la actualidad.

Las pintas fueron convenientemente engullidas, bien mezcladas con recuerdos estorakiles (no en vano, el Mote y el Papote fueron cómplices de esta ruta por primera vez), un partido esplendido del Getafe que no bastó para tumbar a un mediocre Sevilla y Rodríguez & Barra tuvieron el placer de degustar una hamburguesa de la casa. Ya dirán qué tal fue la cosa.

El precio, el mismo que el día de The Corner´s Clock, como las tapas o el tipo de camareros. No en vano, el dueño es el mismo en ambos garitos. 5’80€ la pinta es a todas luces excesivo.

La nota curiosa de la noche la puso el sin par Sr. Ortigoza, que vino de jornada de curro desde Vitoria con su señorita Murillo (por méritos propios, pareja de honor de 2010) completamente trajeado, afeitado, peinado. ¡¡Impoluto!! (Ahora sí). Ese no es nuestro cerdo, que nos lo han cambiado.

Del Rosal siguió con su campaña de trincheras, de púgil encajador ante las brillantes acometidas, por parte de los presentes, sobre su operación Zumbarse a la oronda. Vamos, desde Objetivo Birmania no veía yo una apuesta de tamaña complejidad. Mientras, el Míkel ya trabaja en otra alternativa con forma virtual de manceba.

Por cierto, después de que hemos tenido que esperar tanto las fotos (lamentable y vergonzante lo del cerdaco gandul y marmotil de Espáriz), procedo a añadir lo que puede empezar a catalogarse casi como un clásico: el Míkel y su periódico.

Como apuntábamos, Escobar y López Serrano fueron los invitados estrella e hicieron méritos para ser recordados. El Mote se volvió sólo a casa y el Papo fue el culpable de que el próximamente exiliado yanqui y mi menda acabásemos en el Haka tomando un par de copillas.

Lamentar profundamente la abominable manera del Sr. Barra de escaquearse en las postrimerías de la noche. Rodríguez tenía la justificación de su señora, pero lo de él no tiene perdón. Encima, ¡¡habiéndose echado siesta!! Esto tiene una exégesis contundente: ¡¡¡mundo viejuno!!!

Y citarles para un 13, el día de mañana, en el O’Connors.

11 febrero, 2010 Posted by | Uncategorized | , , , , , , , , , | 10 comentarios

Pub nº11: The Clover Irish Tavern

La segunda elección de Don Miguel Barra sí dio en el clavo. Para que luego la gente no crea en las segundas oportunidades ni en lo de segundas partes. The Clover dio la razón al banquero.

Pub alejado del típico centro madrileño (Fermín Caballero, 6) con una cierta semejanza en su fachada al The Corner´s Clock. Por dentro, destacar que pese a poderse considerar «pequeño» estaba muy bien distribuido. «Diáfano» comentó acertadamente el ínclito Ortigoza.

Los protagonistas, los de casi siempre: 7 hermanos para 7 birras (algo así era la peli, ¿no?). Chuchi será papá en breve (mayúsculo elogio… y a su señora loas perennes). Don Miguel y su Emilio Tucci volvieron a hacer alarde de elegancia inherente al sujeto. Crack absoluto.
Rodríguez hizo la goma al final, probablemente pensando en la jornada maratoniana de hoy, jueves. Del Rosal dudando y haciendo cálculos para tanta boda, tanto viaje y tan poco trabajo. Fermín, aunque diga lo contrario, ya está pensando en Yanquilandia. Y Ortigoza en Málaga y en Cuenca… producto nacional, ya se sabe. Mi menda haciendo números. Duros tiempos, éstos.

Las 3 horas que minutos arriba o abajo permanecimos en el garito deben circunscribirse en torno al paso de gigante que el Sevilla ha dado para la final de Copa, el penoso partido del Rayo en Córdoba, unas pizzas (dos de una y una de la otra, ésa con «sebosha») y 4 pintas. Y calendarios. Trápani… puede ser que esté más cerca de lo que parece.

Las chicas que servían eran majas, sin duda, pero la cerveza no podía estar peor servida. Infame manera de rendir honores al país del trébol. Se desquitaron invitándonos a la cuarta ronda. Si hago memoria, creo que son los primeros que nos invitan a una ronda completa (bastante mejor que el patetismo de The Corner´s Clock). Y en general con el precio. Excelente.

Espáriz tuvo una intensa charla con el dueño del bar sobre aquesto y aquello. Consejos para llevar un irlandés. Relaciones públicas, contactos…

Y nos comportamos como tenía que ser. No caímos en la tentación del Dublineses y decidimos migrar a casita. Acertado.

El sabor de boca fue, por tanto, bastante bueno.

4 febrero, 2010 Posted by | Uncategorized | , , , , , , , , , , , | 18 comentarios